El ser humano, por naturaleza o cultura, tiende a buscar algo o alguien superior; en quien o que pueda depositar su confianza y descansar de las demandas existenciales.
Al no aceptar la realidad de su espíritu eterno, dirige dicha incertidumbre, se compromete con lo que supuestamente para él, es su salida y solución a su angustiante desesperación.
Crea cultos, altares y dioses a quienes pueda dirigir sus súplicas y preguntas, que seguramente no tendrán respuestas; porque precisamente, la razón es que aquellos, no son espirituales.
Huyendo de la única Verdad, se sumerge más y más en incredulidad y destructivo escepticismo.
Hechos 17:23-24 Reina-Valera 1960
23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,