El rencor o el resentimiento, son como una pequeña copa de veneno, que toma alguien, pretendiendo hacer daño a quien odia o no ha podido perdonar; algo así, como llevar esposado a tu muñeca, aquel recuerdo o persona que te atemorizan al lugar o trabajo al que te dirijas.
El perdón es necesariamente olvidar, cualesquiera fuese la consecuencia del daño provocado.
Con sabia y eterna razón, el Rabí de los sabios expresó:
3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. (Lukas 17:3-4 Reina-Valera 1960)
No recuerdes el mal proceder de tu hermano (a), perdónate y serás libre para abrigar y forlatecer al triste, desnudo y desventurado, en su espíritu, mente y corazón.