No hice lo suficiente, yo tengo la responsabilidad del problema, no fui maduro, si hubiese escuchado a tiempo, no fui sensible a sus necesidades, tomé una decisión a la ligera, ... Son algunas de las expresiones de quien batalla en el alma y en la mente con la destructiva culpa. Si bien es cierto, que no deberíamos disculparnos por medio de la ironía: "todos somos pecadores", no menos cierto es, que atentar cruelmente contra la autoestima va en contra de la voluntad divina; ya que es un mandamiento el ¡amarnos a nosotros mismos!
¿Cómo podríamos seguir sirviendo y valorando a los que nos acompañan y rodean, si nuestro amor propio se encuentra debilitado? En el perfecto plan de Dios, todo tiene un propósito, aunque el presente se vea a simple vista oscuro e incierto. En medio de una fuerte tempestad en alta mar, se debe tener la esperanza que la tierra firme aguarda al que es paciente y valiente; además, no podemos olvidar que una de las armas más devastadoras utilizadas por el enemigo de la paz y la libertad, es la culpa desmedida.
Job 1:20-22 Reina-Valera 1960
20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró,
21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
Mateo 22:37-39
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primero y grande mandamiento.
39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Job 2:7-10
7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.
8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.
9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.
10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Job 19:26-27
26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.