En mis divertidos y edificantes retiros espirituales con jóvenes adolescentes, con frecuencia analizaba la manera y cantidad de equipaje que llevaban las niñas; eran tan grandes sus maletas, que, en todas las ocasiones, nos tocaba a los hombres encargarnos de llevarlas. A simple vista, juzgamos jovialmente que se trataba de un asunto de vanidad; pero ahora, cuando el tiempo ha pasado y Dios me ha dado capacidad para entender la actitud femenina, he comprendido que eran equipajes de sueños, recuerdos y responsabilidades, que no se habían ido completamente de sus casas; porque apegadas a sus principios y valores, continuaban allí.

La mujer tiene un sentido de pertenencia mucho más marcado que el hombre, un concepto claro de la familia y su consecuente protección, de manera natural o, tal vez, cultural; la preocupación que abate mi alma, es que, el trabajo fuera del hogar (en la mayoría de casos), ha fortalecido los afanes, necesidades, impuestas o no; deudas y compromisos de la sociedad de consumo, perdiendo drásticamente el concepto que otrora unía sólidamente a los integrantes de un núcleo familiar. En Antioquia, Colombia, solían ser llamadas: ¡matronas!

Proverbios 31:10-31 Reina-Valera 1960

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos
Proverbios 14
La mujer sabia edifica su casa;
Mas la necia con sus manos la derriba.