Compartió Todo

Juan Diego Jaramillo | 30 de julio de 2021

En medio de la densa vegetación, dos misioneros caminaban al paso lento de los caballos que cargaban sus morrales cuando eran conducidos por un guía; las exóticas y hermosas aves, sorpresivamente exhibían sus asombrosos atributos y los monos cotudos, con su fuerte voz, anunciaban los majestuosos dominios de la selva; también, de vez en cuando se cruzaban en su paso, gallinetas y coloridas serpientes. Enfrentando el difícil lodo de la trocha, se encuentran con una pequeña casita semejante a una choza; al detenerse a observar, de su interior, sale una anciana con expresión dulce y pacífica de alma para invitarles a seguir.

El que conduce las bestias, continúa hasta un pequeño y cercano caserío, al ver que los siervos de Dios aceptan la propuesta; mientras charlaban acerca de Jesús, repentina y educadamente, la dulce mujer toma uno de los dos animales que poseía; una gallina, quedando con ellos, su fiel perro. Transcurrieron algunos minutos para escuchar lo que pareció un graznido, fue cuando entonces e inmediatamente el más joven de los hombres, con lágrimas en sus ojos, le pregunta a su compañero: ¿¡¡¡mató el ave!!!? Para recibir como respuesta un si; después de un rato, ella trajo consigo dos platos con una sopa rebosante en delicia y amor.

¡Entregó lo único que tenía! Significando para los dos varones, ¡una fortuna! Por la desinteresada y humilde actitud con la que fue ofrecida. Una semana después de este acto de amor y fe, reciben la noticia sobre la muerte de la servicial y espiritual anciana.

Lucas 21:1-4 Reina-Valera 1960

1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.
4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.

2 Corintios 8:1-4

1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;
2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,
4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

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