El más grave inconveniente de nosotros los adultos para acercarnos con libertad a los jóvenes, y mucho más, a los niños, es que consciente o inconscientemente olvidamos que experimentamos dichas épocas de la vida. Por tal motivo, la crianza de los hijos se hace difícil en la medida en que nosotros como padres, no deseamos recordar que fuimos inmaduros como ellos en su normal crecimiento.
La fisura en la relación entonces, ya se ha presentado, cuando no nos esforzamos por ser y hacernos a ellos; la pregunta obligada entonces es:
¿Es un mandamiento o propósito de Dios que, no abandonemos completamente estas edades o que seamos como niños o adolescentes, para poder comprenderlos, amarlos y educarlos con el propósito de conducirlos hacia una madurez sana y responsable?
Mateo 5:8 Reina-Valera 1960
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Mateo 18:1-5
1 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.
5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
Mateo 11:25
25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.