Al transitar por algún lugar central de una gran ciudad, podrás encontrarte con la cruel realidad que alimenta al mundo con el desprecio consciente del dolor ajeno; cuerpos con apariencia de muerte, arrojados por la ignorancia de otros a las calles, cubiertos de Harapos sucios y destrozados por fatigante hambre.
Que con mirada perdida en los ruegos afligidos del alma, anhelan un bocado de paz, un pedacito de pan o una mirada tenue y pura, que los sumerja quizás, en unos segundos de placer; oculte en un pensamiento de calma, o fortalezca, en el olvido momentáneo de su interminable y desesperante condición infrahumana.
Mateo 25:34-36 Reina-Valera 1960
34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Lucas 16:22-25
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.