La noche era muy oscura e inevitablemente el bus de pasajeros, se dirigía sin control hacia el caudaloso río, se escuchaban los desgarradores y desesperados gritos de los pasajeros; el terror y el pánico, se apoderaron del interior del vehículo cuando daba apresurados giros hacia la fatalidad. En un instante, oscuro como tenebroso, la fuerte y profunda corriente de agua, comenzaba a ser el sepulcro de decenas de personas; para luego, solo oírse, el indomable estrépito del río.
¡Milagrosamente! Un hombre quedó en la orilla, aferrado a unas ramas; cuando fue encontrado por los organismos de socorro, muy débil, les contó que al pedir misericordia a Dios, declarando el poder de la sangre de Cristo, algo lo sacaba del vehículo descontrolado cuando caían, y pereciendo, sintió que una mano lo llevó hasta la ribera.
Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 43:2
2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
Salmos 144:7
7 Envía tu mano desde lo alto;
Redímeme, y sácame de las muchas aguas,
De la mano de los hombres extraños,