A una reunión dominical de un grupo cristiano, llegó un hombre con cabello largo, barba y apariencia de habitante de la calle; con calma y humildad indescriptible, tomó uno de los primeros asientos del local de reunión, pero un predicador del lugar le dijo que aquellos lugares ya estaban reservados; poco a poco, por diversas excusas de los asistentes, fue desplazado hasta lo último del templo; hasta quedar literalmente en la calle. Un joven que atendía a los visitantes, le preguntó: ¿cómo te llamas? Y el misterioso hombre le respondió con sosiego en sus palabras, mi nombre es Jesús.
¿Sería simple casualidad que se nombrara como aquel al que adorarían ese día? O, ¿sería Él en persona?
En medio de tantas divisiones religiosas, conocimiento competitivo, proselitismos, reformas, largas oratorias, sofisticados atuendos, afinadas voces, admirables composiciones y seleccionados instrumentos musicales, me pregunto: ¿dónde estará Jesucristo? ¿En la calle del olvido?
Hebreos 13:2 Reina-Valera 1960
2 No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
Filipenses 1:20-21
20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.