¡Ofrezco todo lo que poseo a quien pueda encontrar la cura a tan extraño mal de mi cuerpo! Exclamaba en su irremediable tribulación un joven ejecutivo muy adinerado, dueño de muchas propiedades y numerosos ganados; lo visitaron especialistas de la India, Japón, Estados Unidos, Cuba y Colombia; pero uno a uno, frustrados y confundidos, abandonaban al hombre sumido en su desesperante y mortal enfermedad.

¿Qué era tan complicado que no les permitía hallar la descompensación de su vida, mucho menos su solución, a aquellos médicos con tanta preparación académica? En medio de la confusa situación, una joven enfermera propuso al comerciante en su lecho de aflicción, presentarle a alguien que era testigo del poder y la misericordia de Jesús, el Hijo de Dios; pero de forma inesperada, brusca e inculta, este la amenazó diciendo: "si vuelves a nombrar a ese señor (haciendo referencia a Jesucristo), tengo el poder de hacerte expulsar de este hospital, y quizás, dejarte sin futuro profesional". Pasados dos meses de la advertencia, inevitablemente murió.

Esta lamentable y frustrante historia, ofrece respuestas lógicas a fallecimientos incomprensibles de personas jóvenes y saludables.

Marcos 9:23-24 Reina-Valera 1960

23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.

Marcos 10:46-48

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!

Mateo 13:57-58

57 Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.
58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.