No sé, cuánto tiempo estuvo el pez en el piso, cuando lo encontré prácticamente seco e inmóvil, parecía momificado; triste y preocupado, lo observé por un instante; para luego, a Dios gracias, tener la grandiosa idea de devolverlo al agua, el lugar de condiciones apropiadas para vivir. ¡Vaya sorpresa! Cuando vi que con gran dificultad y esfuerzo empezó a moverse; como si una pequeña luz de esperanza, lo hubiese empujado a luchar por la vida en el desierto y en su medio natural.
Aunque las comodidades de la vida, las diversiones sanas, el trabajo y la familia; son agradables, existe una expectativa en lo íntimo del alma de quien tiene su mirada puesta en Jesús, el autor de la vida.
Filipenses 3:20-21 Reina-Valera 1960
20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
1 Corintios 2:14
14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.