De Corazón

Juan Diego Jaramillo | 30 de junio de 2021

Una labor sustentada por un corazón agradecido, apasionado, confiado y sereno, tendrá frutos que fortalezcan el deseo de continuar realizándola con más dedicación y esperanza; ¿cuánto más si se hace para Dios?

Cuando el ánimo se debilita por algún motivo, el trabajo se hace difícil y tedioso; por tal razón, muchos enfocan sus labores con un propósito que los respalde para no desfallecer ni cansarse de luchar; sus logros los dirigen a la madre, sus hijos o a cumplir con una deuda para no perder la paz.

En el servicio y bienestar del prójimo, si que es apremiante que primero se elabore desde el desinterés y el amor. Un pequeño y sincero favor, podría significar un pago eterno.

Colosenses 3:23-24 Reina-Valera 1960

23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

Mateo 10:42

42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

1 Corintios 3:13-15

13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

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