La inclinación del hombre tiende al mal y a la desobediencia, las consecuencias de sus inadecuados hechos, lo obligan a vivir en la miseria de la culpa y el desengaño de sí mismo; con yugo pesado, es sometido a inclinar su cabeza ante el poder oscuro del pecado, huyendo de la templanza y del control sobre la debilidad; para una y otra vez, entablar relación con el sufrimiento originado en la decadencia espiritual.
Pero, aunque la naturaleza caída procure seducirlo, fue creado a imagen y semejanza del Dios Todopoderoso; y por medio de la fe en el poder del sacrificio de Jesucristo, habitará en lugares celestiales de libertad y paz eternos.
Génesis 8:20-21 Reina-Valera 1960
20 Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
21 Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.
2 Timoteo 1:7
7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Efeisos 2:4-6
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,