En cierta ocasión, un predicador que visitaba una familia para hablarles de las Buenas nuevas en Jesús, fue atendido con una interesante comida: café oscuro con murrapo (especie de banano pequeño y muy dulce); este servidor de Dios, nunca supo si fue una prueba teniendo como testigos los presentes o si, solo tenían este tipo de plato para ofrecerle.
Lo rescatable del momento, es que el consejo sabio de Dios, lo ayudó a tener una decisión correcta: "de todo lo que os pongan en la mesa, de eso comed".
Cualquier alimento que nos den, aunque no sea de nuestro agrado, deberíamos aceptarlo.
Quizás, no alcanzó el dinero por muchas cuentas pendientes, o tal vez, porque no lo invirtieron con prudencia.
1 Corintios 10:24-27 Reina-Valera 1960
24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia;
26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.
27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.
Hechos 10:11-15
11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra;
12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.
13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.
15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
Isaías 55:2
2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.