¿Qué motivaría a un atleta de los 1500 metros, si a poca distancia de llegar a la meta para triunfar en la carrera, resbala y cae? Alguno contestará, tal vez todo o quizás nada, podría ser la razón para levantarse; si percibimos el momento desde el tropiezo y la posición con la cual quedó el cuerpo, no habría mucha esperanza, pero si procuramos imaginarnos las posibilidades que corren por su cabeza, tendría de nuevo la oportunidad de quedarse con el trofeo, si mira el fin de la carrera, lo alcanzado hasta el momento y sin detenerse a observar si otro corredor se encuentra cerca. La motivación sigue siendo la misma, el deseo de triunfar continúa intacto, aunque se encuentre seriamente golpeado; porque para ganar, está participando en la competencia.
No podemos quedarnos postrados ante el incompetente dolor, las limitaciones físicas o circunstanciales y la oposición externa; ¡hay que continuar con el propósito renovado para la victoria en Jesús!
Salmos 37:24 Reina-Valera 1960
24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,
Porque Jehová sostiene su mano.
1 Corintios 9:24-27
24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Filipenses 3:13-14
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.