“Si vuelves a hacerlo, te pondré la mano en una parrilla al rojo vivo, para que al arder tu piel, entiendas la frustración y el dolor, de aquellos que pierden sus pertenencias”; dijo la madre, a un muchacho con la debilidad del robo.
¡Cuál fue la sorpresa del joven! Cuando al llegar del colegio, halla a su madre con su mano puesta sobre el devorador fuego de la estufa. Alzando con fuerza su voz le dice: ¡Qué haces mamá! Esta le responde, hijo, no tuve la valentía para castigarte."
Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.