Invitado a una hermosa ciudad ecuatoriana para realizar una campaña espiritual dirigida a niños entre los cinco y diez años de edad, con el fin de enseñarles el respeto por sus padres y por Dios, un joven evangelista comenzó por saludar con un abrazo a los cincuenta niños que asistieron el primer día; todas las niñas y los niños, respondieron a su bienvenida; salvo uno de cinco años, que lo primero que hizo, fue pegarle con la punta de su pie en la espinilla. El conferencista hizo caso omiso al comportamiento del pequeño, comenzando con la alabanza y unas dinámicas.

Terminadas las actividades, buscó sin dudar a su agresor para preguntarle: ¿me amas? La respuesta casi inmediata fue: ¡no! Pero aquel replicó: pero yo, ¡sí te amo!

De todo aquel numeroso grupo, el único que siempre estuvo sentado a su lado y en ocasiones, en sus piernas, fue el aparentemente difícil. Su salida del lugar provocó lágrimas y más, al despedirse de su nuevo y fiel amiguito.

Mateo 19:14

14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.

Mateo 18:3

3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Oseas 11:4

4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.